LA FILOSOFÍA DEL ABSURDO

Osmel A. Rivas Contreras
Ig.: @osmelalbertorivas
X.: @osmel_ rivas 


Existen diferentes formas de interpretar el mundo que nos rodea. Desde tiempos muy remotos, el hombre ha sido el artifice o el creador de arquetipos o mitos que ayudan a explicar el origen de las cosas y de porqué ocurren ciertos acontecimientos que devienen en resultados trágicos no sólo para el observador sino también para la comunidad en donde se desenvuelve. La mayoría de los hechos naturales eran interpretados como señales de la benevolencia o castigo divino de los dioses. Ahora bien, conforme pasaba el tiempo, el hombre comenzó a utilizar la razón para explicar muchas de las cosas que sucedían en el entorno. De ahí, a grandes rasgos, nace la filosofía, cuyo objeto de estudio se enfocó en un principio en el universo para luego pasar al hombre y a la sociedad. 

Partiendo de la filosófia como una dimensión más del pensamiento humano, existen varias corrientes que en su doctrina tratan de ofrecer conocimientos que explican la manera en cómo debemos afrontar ciertas situaciones que nos pueden generar malestar, enojo, pero sobretodo tristeza en nuestra psique. Y qué ocurre si no hay una salida clara a los problemas que afrontamos; cómo debemos actuar en esos casos. 

En esta pequeña columna, hablaremos sobre la filosofía del absurdo y cómo éste nos ofrece soluciones ante los escenarios ya antes descritos. Es decir, cómo debemos responder al absurdo que puede ser la vida a veces, de acuerdo a la forma en cómo vemos el mundo. 


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La filosofía de lo absurdo parte de la noción de que la vida carece de sentido o de un propósito y que no es completamente intelegible por la razón. También se refiere a un conflicto o discrepancia entre el hombre racional y un universo aparentemente irracional, entre la intención y el resultado, o entre la evaluación subjetiva y el valor objetivo. 

De acuerdo con esta perspectiva, tal discrepancia ocurre como resultado de algún hecho o acontecimiento en la vida del observador que pone entredicho todo su sistema de valores y creencias, así como su visión general del mundo que le rodea, generando así una crisis existencial. También ocurre como consecuencia del tedio y la rutina, haciendo que nazca en la persona quien lo experimenta una sensación de absurdidad o sin sentido en su vida. 

Uno de sus mayores exponentes fue Albert Camus, a través de su obra "El Mito de Sísifo". El él, Zeus castiga al Rey Sísifo, obligándole a hacer rodar una enorme roca por una colina. Cada vez que la roca llega a la cima, ésta vuelve rodar hacia bajo, obligando así a Sísifo a repetir la misma tarea una y otra vez por toda la eternidad. Esta historia puede verse como una parábola absurda de la desesperanza y la futilidad de la vida humana. Al igual que Sísifo, el hombre está condenado a trabajar día tras día en un intento por cumplir tareas inútiles, que luego serán reemplazadas por otras igualmente inútiles una vez que se han completado las primeras. Se ha argumentado además que un aspecto central de la situación de Sísifo no es sólo la inutilidad de su trabajo sino también su conciencia sobre la inutilidad de la misma. 

Otro exponente del absurdismo fue Franz Kafka por medio de su novela "El Proceso". En él, el protagonista, Josef K., es arrestado y procesado por una autoridad inaccesible a pesar de que está convencido de que no ha hecho nada malo. A lo largo del relato, el protagonista intenta descubrir desesperadamente de qué crímenes se le acusa y cómo defenderse. Pero a la final, abandona sus intentos inútiles y se somete a su ejecución sin saber nunca de qué se le acusaba. La naturaleza absurda del mundo está ejemplificada por el funcionamiento misterioso e impenetrable del sistema judicial, que parece indiferente a Josef K., y se resiste a todos sus intentos de encontrarle sentido. 

Ahora bien, a pesar de lo anterior, existen también importantes precursores de la filosofía absurda de la talla de Friedrich Nietzsche, quien por medio de su obra "Así habló Zaratustra", cuestiona a grandes rasgos, los valores religiosos que rigen la vida de las personas y cómo estos deben afrontar la idea de que "Dios está muerto", dando pie, por medio de un camino de descubrimiento, a la reconstrucción del ser, así como el nacimiento del "superhombre". Otro precursor del absurdo sería Arthur Schopenhauer quien en su obra "El Origen de la Tragedia", explica cómo el hombre, por su naturaleza, es un ser inconforme, que osila a lo largo de su vida entre la carencia y el hastío, llevando en definitiva una existencia triste y tediosa, es decir, una vida sin sentido o sin propósitos.  

Una idea muy cercana al concepto del absurdo, y de ahí la razón por la que está en la lista de los precursores, se debe a que Immanuel Kant, por medio de su obra "La Crítica de la Razón Pura", distingue entre fenómenos y noúmena. Esta distinción se refiere a la brecha entre cómo nos parece las cosas y cómo son en sí misma. Para Kant, el espacio y el tiempo son dimensiones que pertenecen al ámbito de los fenómenos, puesto que es así como la mente organiza las impresiones sensoriales, más no pueden encontrarse en el nivel de los noúmena. Dicho lo anterior, el concepto del absurdo corresponde a la idea de que existe tal brecha y las limitaciones humanas pueden impedir que la mente capte adecuadamente la realidad, esto es, que la realidad en este sentido sigue siendo absurda para la mente. 


Posibles respuestas

Debido a su naturaleza, el conflicto básico planteado por el absurdo no puede resolverse realmente. No obstante, Albert Camus sostiene que hay tres respuestas posibles al absurdo: el suicidio, la creencia religiosa o la rebelión contra el absurdo. Pasemos a conocer cada una de ellas a grosso modo. 


El suicidio

Una respuesta muy contundente y simple, aunque radical, es suicidarse. Esta respuesta está motivada por la idea de que, por mucho que se esfuerce, es posible que nunca logre alcanzar su objetivo de llevar una vida con sentido. Camus rechaza esta opción por considerarla muy drástica e irreversible, abogando por una solución diferente, con un enfoque mucho más constructivo. 


Asumir la existencia de un propósito o sentido de la vida

Una opción diferente sería asumir que sí existe un propósito superior en la que podamos formar parte, como por ejemplo, ser miembro de un colectivo que busque alcanzar objetivos y propósitos comunes, como contribuir al progreso de la ciencia o a la gloria de Dios.  Camus identifica esta respuesta como una forma más de suicidio pero en el ámbito filosófico, puesto que la persona simplemente asume que el propósito superior elegido tiene sentido, y por tanto, no reflexiona sobre su absurdidad. Podemos señalar que la religión y las organizaciones comunitarias, son más una vía de escape que una manera de afrontar o conocer lo absurdo de la vida. 


Enfrentar el absurdo

Camus argumenta que debemos enfrentar al absurdo sin refugiarnos en la ilusion vaga de una falsa esperanza o acabando con la propia vida. Aceptar la realidad del absurdo es rechazar cualquier esperanza de una vida feliz después de la muerte -como muchas religiones así promueven-. En cambio, el individuo debe reconocer el absurdo y rebelarse contra él. Tal rebelión consiste, entre otras nociones, en renunciar a su sistema de valores y creencias que claramente limitan su actuar y su forma de ver el mundo, así como la afirmación de su propia libertad frente a la adversidad, incluyendo la aceptación de su responsabilidad y la definición de su propia esencia. Un aspecto característico de este estilo de vida, es que la misma se vive apasionadamente, invitando a probar nuevas sensaciones y sabores, hacer las cosas de un modo distinto y buscando nuevas experiencias. Tal estilo de vida podría ser ejemplificado por un actor, un conquistador o un artista de la seducción, que está constantemente en busca de nuevos roles, conquistas o personas atractivas a pesar de ser consciente de la absurdidad de estas empresas. 

Otro aspecto radica en la creatividad, es decir, que el agente se ve a sí mismo y actúa como el creador de sus propias obras y caminos en la vida. Este constituye una forma de rebelión en el sentido de que el agente sigue siendo consciente de la absurdidad del mundo y de su parte en él, pero sigue oponiéndose a ella en lugar de resignarse y admitir la derrota. Pero esta respuesta no resuelve el problema del absurdo en su esencia: incluso una vida dedicada a la rebelión contra el absurdo sigue siendo en sí misma absurda. 


La Ironía

Otra forma de responder al absurdo es por medio de la ironía, la cual, aún cuando no es suficiente para escapar del absurdo, ayuda a mitigarlo restándole seriedad a la vida. En otras palabras, usar la ironía como arma para afrontar el absurdo consiste en no tomarse la vida tan enserio, o restarle importancia a las consecuencias que ciertos hechos pueden desencadenar en nuestras propias vidas. Aquí el humor juega un papel preponderante para enfrentar el sin sentido. Según Thomás Nagel, existen dos formas de resolver el absurdo. Esto se fundamenta en el hecho de que éste surge de la conciencia del conflicto entre dos aspectos de la vida humana, a saber: que nos preocupamos por varias cosas y que el mundo parece no importarle. El absurdo no surgiría si cualquiera de los elementos en conflicto dejara de existir, es decir, si la persona no se preocupara como algunas religiones orientales paracen sugerir. Para los teóricos que dan importancia a la conciencia de este conflicto por el absurdo, se presenta una opción más: permanecer ignorante de él en la medida en que esto sea posible. 


No hay solución

Otros teóricos sostienen que una respuesta adecuada al absurdo puede no ser ni posible ni necesaria, que simplemente sigue siendo uno de los aspectos básicos de la vida sin importar cómo se enfrente. Esta falta de respuesta puede justificarse a través de la tesis del absurdismo mismo: si nada realmente importa a gran escala, entonces esto se aplica igualmente a las respuestas humanas hacia este hecho. 


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Luego de todo lo mencionado, es preciso responder a la cuestión sobre cómo actuar al estar conciente del absurdo que puede ser la vida. Primero que nada, el absurdo es sólo una noción, una forma más de ver el mundo, que nace en la mente humana, por la incongruencia que surge entre sus expectativas y lo que el mundo le ofrece, dando como resultado la sensación de que la vida no tiene sentido. Muchas veces, el absurdo parte de nuestra propia ignorancia, al desconocer los factores que dieron origen a un determinado hecho, dándole una interpretación fatalista y sin sentido de las cosas. 

En opinión de este investigador, la vida tiene el sentido que queremos darle. Y las cosas surgen por algún motivo, sólo que en la mayoría de los casos la desconocemos. Muchas veces, calificamos ciertos hechos como injustos de acuerdo a nuestro sistema de valores, pero si nos detenemos a conocer y analizar todos los antecedentes, podemos llegar a una conclusión más clara y distinta. En ocasiones, asumimos como verdad lo que es pura elucubración. 

En conclusión, creo que la mejor forma de afrontar el absurdismo consiste en ser más intuitivo en el buen sentido de la palabra, observando los hechos al margen de nuestros prejuicios. Sólo de esta manera, la ignorancia dejará de ser un factor determinante a la hora de ver el mundo como un sin sentido. No hay hechos buenos ni malos; sólo hay hechos. Las tragedias ocurren no por la intervención de un Dios vengador que reparte castigos a diestra y siniestra; éstas ocurren simplemente por ciertas causas, que al conocerlas, nos daremos cuenta, que no hay nada de trágico en lo sucedido, sino mucha razón y sentido común. 

El absurdo, es una forma más de ver el mundo, y nada más.     


Referencias

  • Filosofía del Absurdo. (s.f.) Wikipedia. Fecha de consulta: Diciembre, 2023.
  • Camus, A. (2021). El Mito de Sísifo. Editorial: Literatura Random House. Formato: Epub Reflowable. BPDigital. BPDigital.cl


 

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