HÉCTOR Y AQUILES

-Adaptación de un fragmento de la Ilíada, de Homero-


"El respeto al derecho ajeno es la paz." 
-Benito Juárez


La guerra de Troya empezó porque Paris, hijo del rey de Troya Príamo y hermano de Héctor, se enamoró de la bella Helena, esposa de Menelao, rey de Esparta, y la raptó y la llevó a vivir al reino de su padre.
Menelao, furioso, organizó un poderoso ejército para rescatarla, del cual hacía parte el joven guerrero Aquiles, sin cuya participación la guerra sería imposible de ganar, según sentencia de los adivinos. 

Las primeras batallas fueron exitosas y los espartanos se alzaron con valiosos botines, tanto en joyas y riquezas como en prisioneros de guerra, a los que convertían en esclavos. Uno de esos esclavos fue Briseida, una hermosa troyana de la que Aquiles se enamoró perdidamente pero que le fue arrebatada por Agamenón, hermano de Menelao y comandante del ejército espartano. Profundamente dolido, Aquiles se retiró de la contienda, lo que causó gran preocupación en las filas espartanas. Patroclo, el mejor amigo de Aquiles, trató de convercelo de que volciera al combate, pero lo único que logró fue que Aquiles le prestara su armadura para intimidar con ella a los troyanos, quienes sentían un gran temor por las centelleantes vestiduras de guerra de este combatiente legendario. Cuando Patroclo encabezó las filas espartanas vistiendo la armadura de Aquiles los soldados troyanos se apartaron, pensando que se trataba del mismo Aquile en persona. El único que se atrevió a hacerle frente fue el héroe troyano Héctor, quien le dio muerte al infortunado Patroclo en un limpio combate. 

En cuanto Aquiles supo de la muerte de su querido y entrañable Patroclo se llenó de ira contra Héctor y lo enfrentó a una feroz pelea a muerte, de la que salió vencedor. 

Fue tan bárbaro ese combate, que una vez muerto Héctor Aquiles ató el cadáver del valeroso troyano a su carruaje y lo arrastró salvajemente por el suelo a la vista de todos, a manera de escarmiento. El dolor de los troyanos fue grande, todos miraban con lágrimas en los ojos la humillación a la que era sometido su héroe derrotado. El que más sufrió fue el rey Príamo, su anciano padre, quien, desafiando la muerte le rogó a Aquiles que le devolviera el cadáver de su hijo para darle sepultura. Aquiles, conmovido por el dolor del rey, por su valor y por su dignidad, le devolvió el cadáver de Héctor en medio de u copioso llanto por tantas y tan terribles tragedias. 

Esta historia nos enseña que en las guerras todos, incluso los vencedores, salen perdiendo.   

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