LA TAZA DE TÉ

Cuento Popular Japonés




"Para ser humilde se necesita grandeza." -Ernesto Sábato




Un profesor de una prestigiosa universidad, muy respetado y temido por sus alumnos debido a su gran dominio de los más diversos temas y su carácter autoritario, viajó una vez a Japón a entrevistarse con un famoso sabio que vivía retirado en una modesta casa de campo, dedicado al estudio y la escritura. 


El profesor en cuestión estaba acostumbrado a tener la última palabra en todo y desechaba con demasiada frecuencia las opiniones de los demás, a quienes intimidaba con su inmensa erudición, su petulancia y su arrogancia. 


En cuanto llegó a la casa del sabio, el profesor empezó a hablar del tema que iba a ser tratado en la visita. Hablaba sin parar, citando frases de famosos personajes a cada momento, refiriendose a los innumerables libros que había leído y a las muchas conferencias que había dictado acerca de ese y otros tantos temas. 


En sabio aprovechó una pausa en el monólogo del profesor para preguntarle si le apetecía una taza de té. Este le dijo que sí y continuó su perorata. 


Mientras el profesor hablaba, el sabio se dedicó a llenarle su taza. 


Comenzó echando el té poco a poco, primero hasta la mitad y luego hasta el borde de la taza. Pero al llegar allí no se detuvo, sino que siguió echando té y más té, con toda la naturalidad del mundo, hasta que el líquido desbordó también el plato y comenzó a manchar el mantel. Todo esto lo hacía sonriendo y escuchando al profesor, como si no pasara nada. El profesor no se dio cuenta al principio, pues estaba demasiado entretenido escuchándose hablar a sí mismo, pero en cuanto se percató, después de un buen rato, quedó estupefacto. 


-¡La taza está llena! ¡Ya no le cabe más! -gritó.
-¡Lo mismo te pasa a tí -le dijo el sabio, con tranquilidad-. 


Tú también está lleno de toda tu erudición, de todos los autores que citas, de todos los libros que has leído, de tus propias opiniones y tus ideas acerca de todo... ¿Cómo vas a poder escucharme o aprender algo de lo que yo puedo enseñarte si antes no vacías la taza? 


Impresionado por la lección que le acababa de dar este hombre, el profesor se propuso tener en cuenta a partir de ese momento la sabiduría de sus contemporáneos.    

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