Una nueva forma de ver el Génesis

Osmel A. Rivas Contreras
Ig.: @osmelalbertorivas 

Me atrevería afirmar que, hoy en día, la gran mayoría de las personas conocen, al menos a grandes rasgos, el relato del Génesis; un hermoso poema que describe, entre otras cosas, la caída en desgracia de la humanidad, -o de nuestros primeros padres Adán y Eva-, como resultado de su abierta desobediencia al mandato y designio de su creador, el cual consistía en no consumir el fruto del árbol prohibido del conocimiento y la ciencia.

Tal pecado los llevó a vivir en un estado de penuria y carestía, viéndose en la necesidad apremiante de trabajar, muchas veces hasta la extenuación, para obtener su propio sustento y abrigo, construir su propio refugio y estar concientes de su existencia temporal, convirtiendo la muerte en el castigo definitivo como resultado del pecado original.

¿Pero que tal si les dijera que este relato tiene un significado mucho más profundo a la que nos han señalado los representantes de las religiones oficiales? ¿Qué tal si este relato, al menos de forma alegórica, describe el paso de la humanidad, desde su etapa más primitiva, -cuando vivían de la caza y la recolección de bayas-, hasta la etapa agrícola, cuando el hombre comenzó a conocer y manipular los procesos naturales de germinación de las plantas para obtener de ellas sus frutos de forma menos aleatoria y más planificada?

En esta pequeña columna, pretendo ofrecerles una nueva interpretación sobre el significado que subyace en el relato del Génesis y cómo su alegoría podría explicar el paso de la humanidad hacia la revolución agrícola, hace más de 10000 años. 

Ahora bien. Quiero aclarar que lo que pretendo exponeros en este ensayo no es la verdad verdadera, sino sólo una óptica personal sobre el significado del Génesis. De manera que, a mis queridos lectores, les pido que vean esta información más como una mera opinión personal que otra cosa. Dicho lo dicho, comencemos a desarrollar el tema. 




El Génesis se define como un poema o relato bíblico cuyo contenido describe a grandes rasgos el origen de la humanidad -como elemento central de la trama-, y de todo lo creado, -llámese cielo, tierra, plantas, animales, etc.,- por voluntad y acción de YHWH o Elogim, considerado como el Dios verdadero. Se dice que éste y otros relatos más, fueron escritos por un grupo de sabios escribanos judios, -quienes fueron enviados al exilio a Babilonia durante el Reinado de Nabuconodosor II-, en un intento deliberado de preservar las tradiciones judias, antes transmitidas de forma oral de generación en generación.  

Hoy en día se sabe que el Genesis no es un relato originalmente judío, sino que tiene su antesesor en uno mucho más antiguo. remontándose a los tiempos oscuros de la antigua Sumeria, hace aproximadamente cuatro mil años antes de nuestra era (4000 a. C). Se dice, en resumidas cuentas, que la humanidad fue creada por el Dios Enki, Dios del Atsus o dios de la aguas, -a petición de Anu, padre de aquel-, con el propósito de que sirviera a los Dioses. De hecho, la palabra "Lulu", con el cual se identifica a la humanidad, según los expertos, se traduce en lengua súmera como "esclavos". 

Ahora bien, más allá de todo lo anteriormente expuesto, la ciencia ha demostrado que los seres humanos, -específicamente los Homo sapiens, es decir nosotros-, son el resultado de un largo y complejo proceso evolutivo en la que han intervenido, bien de forma separada o en su conjunto, factores esenciales para nuestra transformación, tales como el clima, el entorno, las mutaciones, la adaptabilidad con el ambiente, la genética, entre otros.  Eso explica por qué nuestra similitud con otras especies primitivas con los cuales compartimos ciertos rasgos característicos, como los chimpancés, los orangutanes, los gorilas, entre otros.

Por otro lado, los seres humanos somos seres gregarios, es decir sociales. Desde tiempos muy remotos, vivimos en comunidades, un rasgo que, sin lugar a dudas, garantizó nuestra existencia en la carrera evolutiva, toda vez que vivir en compañía de los suyos, te brinda una mayor protección contra los depredadores, así como acceso garantizado a comida, vestido, refugio, además de los beneficios de carácter espiritual que reporta estar interactuando con otras personas. 

De acuerdo con los hallazgos arqueológicos, los primeros humanos se dedicaban primordialmente a la caza y a la recolección de los alimentos silvestres. Debido a esto, también eran nómadas, esto es, no tenían un asentamiento fijo, sino que se mantenía en constante movimiento, en busca de mejores lugares, donde abundara la comida y el agua, así como entornos geográficos adecuados para su protección. 

Se dice que los hombres, por sus habilidades y condiciones físicas innatas, se dedicaban a la caza, mientras que las mujeres a la recolección de frutos silvestres y cuidar de la prole. Para autores como Yuval Noah Harari, en su obra De Animales a Dioses,  pese a que no contaban con las comodidades que hoy en día damos por sentado, los primeros humanos no tenian mayores preocupaciones que sus necesidades más básicas, había comida en abundancia y contaban con mayor tiempo libre para estar con los suyos y contemplar la naturaleza. Muchos antropólogos han llegado a pensar que esta etapa primitiva era la más idílica para el ser humano. Era como estar en el "paraíso"

Sin embargo, todo esto estaba a punto de cambiar. En tal sentido, en algún punto de nuestra historia, los seres humanos comenzaron a notar que las bayas y semillas silvestres que caían de los árboles, -donde recolectaban sus alimentos-, comenzaban con el tiempo a germinar y generar frutos. No tardó mucho tiempo en darse cuenta que ese proceso podía replicarse y obtener los mismos resultados. De ahí surge, a mi entender, el "árbol del conocimiento del bien y del mal", ya que para que ese árbol pudiera germinar y crecer se necesitó de un discernimiento previo por parte de los seres humanos que es la especie más avanzada, ya que fue creada "a nuestra imagen y semejanza". Por otra parte, la "serpiente" simboliza sabiduría, conocimiento e intuición. La serpiente, en mi opinión, no fue una figura o ente material presente en el jardín del Edén, sino que fue una alegoría que representaba la habilidad contemplativa del ser humano; la capacidad de percibir y entender el mundo que lo rodeaba y observar de forma intuitiva el comportamiento de algunas especies tanto de la fauna como de la flora. Recordemos que a Adan se le asignó el papel de administrar todo lo creado y darle nombre a los animales, plantas y vegetales en general. 

Volviendo al tema del descubrimiento en cuestión, si retomamos la idea de que el hombre se dedicaba a la caza y las mujeres a la recoleccion de frutos, la persona que tuvo que descubrir este proceso de germinación y manipularlo fue la mujer debido, por razones obvias, a su rol. Por tal motivo, a la final, fue la mujer quien le dio a Adán el fruto del árbol prohibido, con todas las implicancias que ello conllevaba. 

Al llegar la revolución agrícola, el hombre perdió parte de su esencia primigenia; perdió parte de su libertad; perdió parte de su conexión con el entorno. Ya no buscaba adecuarse a la naturaleza sino que ésta se adecuara a él. El hombre comenzó a ser sedentario, crear asentamientos para cuidar de los cultivos, aumentó la tasa de natalidad en estas pequeñas tribus por lo que los obligó a trabajar la tierra cada vez más y ser mucho más productivos. Descubrieron además que, así como podían domesticar las plantas, también podían hacerlo con los animales, para obtener de ellos carne, cuero, huevos, leche, haciendo lo que hoy se llama crianza selectiva, buscando promover y estimular el crecimiento de generaciones de especies animales que se caracterizara por su abundante carne y docilidad. 

La creación de estos asentamientos dio como resultado nuevas preocupaciones; los cultivos y los animales de crianza necesitaban protección, no sólo ante posibles depredadores sino también contra otros seres humanos que quisieran robar el producto de sus esfuerzos; en este punto, es preciso crear muros, atalayas y armas. Muchas veces, la necesidad, el recelo y la avaricia, obligaron a los primeros seres humanos a enfrentarse en escaramuzas, en algunas ocasiones, batallas campales, ocasionando miles de muerto, sólo por cuidar y preservar el fruto de su esfuerzo. 

Si lo miramos de esta forma, más allá de los beneficios que nos ha reportado la revolución agrícola a la humanidad hasta nuestros días, pareciera que fuera un terrible castigo, el haber descubierto estos procesos naturales de germinación y selección natural.

Hay que recordar, que estos relatos, como el Génesis, no fueron divulgados o escritos por cualquier persona -hay quienes creen que los intelectuales son un fenómeno de inicios del siglo XX-, sino que fueron hechos por aquellos que en realidad contaban con una habilidad cognitiva, bien de forma innata o adquirida, que les permitian utilizar la metáfora como recurso literario para transmitir un mensaje, que sólo para los buenos entendedores, podían recibirlo y comprenderlo. En este punto, y por todo lo que antecede, la alegoría del relato del Génesis parece tan obvia.

Espero que hayan disfrutado este pequeño ensayo. Cualquier impresión que desean compartir relacionado con este texto hágamelo saber en la caja de comentario. Nos vemos a la próxima. 




REFERENCIA 

  • Harari, Y. N. (2014) De animales a dioses. Santiago de Chile, Chile: Editorial Penguin Random House S.A. 


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